40 o nnco Sobrevino un nuevo descenso del ^ cartista, Pero no duró mucho. En el otoño de 1847 L TS un nuevo auge, impulsado, entre otras razones, por los cimientos revolucionarios de 1848 en el continente. Los ^ti tas convocaron de nuevo su convención, que acordó J*"* cera vez, pasar su petición al Parlamento. El número d mantés de la petición sobrepasó pronto los cinco milloneó r' el fin de apoyar las reivindicaciones cañistas se acordó ceieh una manifestación de masas el domingo 10 de abril de u* El gobierno hizo circular rumores de que se preparaba / insurrección para derrocar la monarquía y prohibió la man3 festación. En Londes se respiraba una atmósfera de lucha. Sin embargo los líderes cartistas no se atrevieron a llamar a la$ masas a la insurrección armada. Todo lo contrario: exhortaban a los participantes de la manifestación a que se retirasen a sus hogares. Y cuando las masas presta.ro oídos a sus dirigentes los diputados del Parlamento cobrasen valor y se negaron a examinar la petición. La convención cartista se disolvió sin haber tomado decisión alguna. La acciones dispersas de los obreros, privadas de dirección, fueron sofocadas rápidamente. A partir de entonces, el carlismo, como movimiento de masas, desapareció de la palestra política. Pof otra parte, las condi ciones económico-sociales que se iban creando eran tales, que el cartismo debía entrar en decadencia inevitablemente. L principal de esas condiciones era el robustecimiento del mod ' polio industrial de Inglaterra, el país de la primera revolucioi m Uj*n?' s tuacidn monopolista de Inglaterra en el me.rca muidla! alcanzada a costa de las privaciones y lo s írim., 1 one,s esclavos ingleses y de las colonias, pef tóos^r5 k destídar una considerable de su superé 1 0 al sob rao de la clase obrera por el / o auge' fc se realizaron algunas otras reivindicación ' ' Ó'"0' E" 1*0 estableció el sufragio secreto y se abolieóoó i los lugarejos podridos". r011 lo privilegio, En la década del 60 del siglo Dlsa(i., c ón industrial en Inglaterra. Su etapa fmllít6 la;evolude máquinas con la ayuda de máquinas v la leming proceso de formación de las dos clases de la mcjsz^! la burguesía y el proletariado. subsiltt 0 Cartista ejerció una gran influencia ^ obligó?^ ct!art,u0 de la hist0i a de InglterTa' J a I clase obrera at do"linames a hacer ciertas conces0 o trabaios k" 1842 fue aprobada una ley eres? los ifld 5ir 8 0e traba) para los niños ocupados en 1
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47 extranjero, sobre todo en Francia^ los oficiales artesano* * manes* se codeaban con los proletarios avanzados del pa fe' Z migrados de otros países, aprendum de ello las Tía democracia revolucionaria y el socialismo y, r ^ su patria, las propagaban entre sus camaradas. En Alemania eran muy reducidas las posibilidades de 0r ganización de asociaciones proletarias revolucionarias: el yug0 policíaco era demasiado duro. Las primeras organizaciones revolucionarias de obreros y los oficiales artesanos alemanes surgieron en el extranjero. En 1832 se fundó en París la pri. mera agrupación de emigrados demócratas alemanes, llamada Unión Popular Alemana. Esta organización se proponía lograr la unificación de Alemania y limitaba su actividad a la propaganda entre un estrecho círculo de emigrados. Al año siguiente, en 1833, sobre la base de la Unión Popular surgió!a Liga de los miserables, formada por emigrados políticos y económicos. El fin de la Liga decían los Estatutos de la organización es liberar a Alemania del yugo de una ver gonzosa esclavitud y crear condiciones que hagan imposible el retorno a ella. La Liga se escindió en Í836. Salieron de ella los elementos revolucionarios, prolietarios en su mayoría, para formar una nueva sociedad secreta, la Liga de los Justos. Esta era ya una organización proletaria, y parte considerable de sus componentes pasaron en 1847 a la Liga de los Comu nistas, la primera organización internacional del proletariado, fundada y dirigida por Carlos Marx y Federico Engels. Antes de la revolución industrial y en los primeros años de la misma no a ía en Alemania un movimiento obrero independiente virfasn^ivr0sjfabriles no Particpaban de modo activo en * Drodu^Ut,Ca dd país> En la década del 30 del siglo XIX # de lfj m!*' Cn ^enania y en Sajonia, las primeras acc10^ al del m ^r0s a cmanes* que tuvieron un carácter semej prohibieravlfucnt0 de los M*: los obreros exigían qu** destruían it *mp f de Equinas, incendiaban las fábricas estrujan las instalaciones. 9 la insurrección de los tejedores de Silesia c movimiento obrero independiente com*' x con la insurrección de los tejedores de Silel Cn *** silesianos sufrían un doble yugo: T'**,844 ^ Jetaba el empresario acaparador y, por Z^ **'* *dc la comarca, al que pagaban un impuesto^ a tejer. El tejedor silesiano pagaba el impuesto^1^ dental, un tributo por la tierra, que iba á pa f!u Cl ** dd terrateniente, y las gabelas de caza e Wlatura Adera? debía hacer prestaciones personales, y, sino r a día, * le obltgaba a compensarlas entregando al terra.enie^ una determinada suma en metálico; pagaba, además los uí bulos comunales, a los que se añadían- los desembolsos para escuelas y para seguros contra los incendios. En resumen el tejedor silesia no debía entregar al Estado y al terrateniente parte considerable de sus ingresos. A mediados del siglo XIX, la enorme competencia de las mercancías extranjeras, princi palmente inglesas, producidas con máquinas'y por ello mucho más baratas, empeoró considerablemente la situación de los tejedores silesianos, sobre todo en las grandes poblaciones de etersvaldau y Langenbielau, donde se registraron casos de nucrte P f inanición. Oprimidos e -ignorantes, los tejedores pac an2aban todavía reivindicación política alguna, pero su encía ya se había agotado. A comienzos de junio de 1844, do 1Snac ón estalló por fin, expresada en la canción El juictón5yr en, en la que se hablaba de la triste y dura sitúacaqtfc e 0s tejedores agobiados por la opresión de lo* * t dol a quienes los obreros lanzaban maldiciones PJW CdPUel0s nada cariñosos. Un obrero que Ja cantaba ^ ia y. Anualmente apaleado. Este Indignante c. tc, 4 de iü?c,cilc^a de l s tejedores del lugar. A iger y? ier0o o SC prcscntaron cn casa dcl abrmdfabricante echó k! Su cas ^Ue 86 fe* aumentase el salario. El mucbídumdcst^,a a,os diputados obreros, y entonces huir Pueblo y,a vtyfenda y almacenes. Zwanzige ^^0 Jldos / 10 Vecióo. El 5 de junio, los tejedores msur** ^
55 El representante más notable del socialismo utópico Inglaterra fue Roberto Owen. En su libro Sistema social, o^ expone la necesidad de una transformación radical de toda*!11 sociedad para convertirla en una unión de comunidades corau nistas. Owen trató de plasmar en hechos su doctrina fundando tales comunidades. La primera colonia comunista, llamada Nueva Armonía, surgió en Norteamérica, en el Estado de Indiana. Sin embargo, no tardó en fracasar, ya que era un pequeño y solitario islote en medio del proceloso océano de la anarquía capitalista de la producción. Durante toda su actua ción, Owen mantuvo una actitud negativa hacia la lucha politica de la clase obrera y se pronunció contra las huelgas. En Alemania, el representante del socialismo utópico lúe Guillermo Weitling. En sus obras, Weitling criticó con brillan tez y audacia la sociedad burguesa de su tiempo. Era contrario a la propiedad privada, viendo en ella la fuente de todos los males de la humanidad. A diferencia de la mayoría de los socialistas utópicos, Weitling exhortaba al proletariado a que luchase él mismo para derrocar el régimen odiado y construir una nueva sociedad. Sin embargo, Weitling estimaba que los mejores luchadores por el régimen comunista üo eran los pro letarios industriales, sino el lumpen-proletario e incluso los bandidos, por considerarlos la capa más enemiga de la sociedad capitalista. Marx y Engels consideraron el comunismo de Wei tling el primer movimiento teórico independiente del proleta riado alemán. Sin embargo el movimiento encabezado por él fue degenerando en una secta y penetrándose de ideas religiosas por lo que acabó en la más completa degradación. Todos los socialistas utópicos señalaban en una u otra medida las agudas contradicciones de la sociedad capitalista, el rápido incremento de la producción y la pauperización del proletariado, las crisis de superproducción y el contraste entre la ciudad y el campo. Caracterizando los trabajos de los soda* listas utópicos Marx y Engels dijeron: Estas obras socialistas y comunistas encerraban también elementos de crítica. Ataca ban todos los cimientos de la sociedad existente. Por eso pr0' cionaron un material sumamente valioso para ilustrar a los fieros. Pero las ideas de los socialistas utópicos nacieron en período en que la lucha de clases entre el proletariado y f11 burguesía apenas sí se había desarrollado. Los socialistas épicos veían en el proletariado la clase que más sufría pero 00 la creían capaz de hacer cambiar de modo radical con sus propias fuerzas, la sociedad. Por eso ninguno de ellos actuó como representante del proletariado exclusivamente: querían liberar de golpe a toda la humanidad, y no, en primer lugar, a una determinada clase social. Los socialistas utópicos no vinculaban la transformación socialista de la sociedad con I" lucha revolucionaria de las clases oprimidas y mantenían una actitud negativa hacia esa lucha. Vinculaban el surgimiento del régimen socialista con la actividad filantrópica de las capas superiores de la sociedad, suponiendo que sus mejores repre sentantes, penetrados de las nobles ideas socialistas, crearían un nuevo orden social. Las concepciones de los socialistas utópicos no fueron ni podían $gr la bandera del proletariado combatiente, pues no expresaban de modo científico los intereses cardinales de i* i clase obrera y eran tan sólo utopías, sueños irrealizables. Ni siquiera los mejores representantes del socialismo u pico su pieron descubrir las leyes objetivas del capitalismo ni ar fuerza social capaz de construir la nueva sociedad. Los discípulos de los grandes socialistas rápf^^erraban obstinadamente los ojos para no vweoij*c Qecesidad de fuerza histórica independiente, prctoreísrentemenfransformaciones pacíficas y se^ui^ luch de chses. Por te> a las clases poseedoras y "e8 político revoluciona do, a medida que fue creciendo el ^{fa vez más n de) proletariado, * doc?m revolucion industrial y reaccionarias. El desarrollo d revolucior. ru del pro activación e intensificación de la de cr ar una teo fetariado planteaban imperiosa"16 cientíiica. m.con 2ff7e9595c
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